domingo, 17 de mayo de 2009

¿La Iglesia Católica es la Iglesia de Dios?

Exceptuando a los católicos conscientes e informados, los demás dudarían en responder con un sí. Algunos sugerirán “No puede ser la Iglesia de Dios porque ha cometido muchas atrocidades, ha provocado muchos escándalos y ha reprimido al mundo y a la sociedad de muchas maneras”

Entonces, habría que preguntarles ¿cuáles deben ser los signos que caracterizarían a la Iglesia de Dios?

Si esperan que sea una congregación de hombres justos e intachables, pues van a tener que seguir esperando. De hecho, el pueblo de Israel, escogido por Dios, no estaba compuesto por “santos”; sí, habían hombres que guardaban la ley de Dios en el corazón y que la practicaban, pero principalmente eran mayoría los que se olvidaban de observarla y llevar su vida según estos preceptos. Fíjense que a lo largo de la historia del pueblo de Dios hubieron falsos profetas, reyes seducidos por el pecado; e inclusive la gente del pueblo, que se supone debería reconocer sólo a Dios como Señor, faltaba a su alianza con Yavé y se corrompía en prácticas idólatras. Eso sí, cuando los pueblos enemigos amenazaban con atacar, todos volteaban la mirada e invocaban el nombre de su Salvador.

Veamos ahora algunos hombres de Dios que “fallaron” pero que Dios no tuvo problema en acoger cuando se arrepintieron. Sólo brevemente: Moisés proveyó de agua al pueblo de Dios luego de golpear una roca, sin embargo no devolvió el crédito a Dios; Dios, entonces, lo privó del derecho de entrar a la tierra prometida, pero le concedió la gracia de vivir para mirar la espalda de Dios Padre, fue el único humano que lo consiguió. El rey David, ungido por Dios, a través del profeta Samuel, a edad adulta se acostó con una mujer casada, y cuando se enteró que ésta esperaba un hijo suyo, propició las circunstancias para que su esposo muera en el enfrentamiento; a consecuencia de ello los problemas llegaron a su casa, sus hijos se mataban entre sí, murió un pequeño hijo suyo y Absalón, su hijo amado, pretendió suplantar al rey en el trono y se le rebeló, pero cayó muerto en el combate. David se dolió de esto y no volvió a pecar más. El rey Salomón, hijo de David, pidió sabiduría a Dios en sueños, y Dios le concedió no sólo sabiduría como nunca la tuvo otro, sino que lo enalteció con riquezas y gloria. Bien, este rey, muchos años después, se desvió de los caminos de Dios y siguió el culto de dioses paganos. Los apóstoles escogidos por el mismo Señor Jesucristo, no supieron qué responderle cuando les preguntó quién pensaban que era él. Sólo Pedro, porque se lo había revelado el Padre, le dijo “Eres el hijo de Dios, el Mesías” y el Señor le reveló “Tú eres Pedro, o sea piedra, y sobre ésta piedra edificaré mi Iglesia, y ni las fuerzas de Satanás podrán contra ella” Tengan presente que fue este mismo Pedro el que por poco se hunde en el mar a causa de su poca fe el que también negó a su señor cuando era procesado por el sanedrín. Fíjense asimismo que los demás apóstoles abandonaron a Jesús en el huerto de Getsemaní. Vean que Dios no toma en cuenta nuestra debilidad, nuestros pecados. A Dios no le importa cuantas veces caigamos sino cuantas veces nos levantemos. Porque el mismo lo dice “El espíritu es decidido, pero la carne débil”, y El que lo sabe ¿no va a tener misericordia de los que caen? En las escrituras El no ordena “No pequen”, sino sugiere “arrepiéntanse” y agrega “aunque sus pecados sean del color de la escarlata Yo los dejaré más blancos que la nieve”

Dios es amor y vino al mundo a salvar a los pecadores; así como también hay que resaltar que Satanás está en el mundo para perder a los que siguen a Dios. Claro ¿qué mejor que atacar al pastor para confundir a las ovejas? De ahí que los que decidan acercarse a Dios, y los que dediquen más tiempo a Dios, enfrenten a cada paso los asaltos del enemigo.

La compasión y el perdón de Dios son infinitos; si bien somos nosotros los que pagamos las consecuencias de nuestro pecado, si volvemos nuestra vista a Dios cualquiera que haya sido nuestra falta (aunque sea escandalosa como la escarlata) Dios nos premiará con dones más preciosos que los anteriores. Miren ¿quién era Pablo antes de ser el apóstol de los gentiles? ¿No persiguió acaso a los primeros cristianos? Pero Dios no consideró su pasado ni sus errores y lo hizo servir al evangelio como ninguno de los doce hubiera podido hacerlo.

La Iglesia Católica es la Iglesia de Dios, no por sus pastores corruptos o por sus fieles “tibios” que siempre van a haber, sino por aquellos que guardan y respetan la integridad de la doctrina, respetan a la Madre del Salvador, la Virgen María, y observan con celo los sacramentos de la Iglesia. La iglesia Católica llegó para la salvación del mundo entero y prevalecerá por los siglos de los siglos, y las fuerzas de Satanás no podrán contra ella.

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